
Seguro que se nos escapa alguna nacionalidad, pero en la fiesta final que cerraba el evento tocamos para una nutrida concurrencia de jóvenes procedentes de Irlanda, Francia, Estados Unidos, Holanda… Hasta una deportista turca se marcó una improvisada danza del vientre al son de nuestra versión surfera de la Danza Húngara de F. Lizst. Olé!
En fin, que la mezcla de chicos, chicas y rock and roll (más algún que otro brebaje) parece tener efectos similares en todo el planeta.
Muchísimas gracias a la organización (Ricardo y todos los demás) porque realmente se desvivieron por nosotros.
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