domingo, 27 de abril de 2008

Concierto en el Pub La Añepa 26 de Abril de 2008





(por el eminente crítico taurino D. Juan María Descossío)

Mi anciano padre solía decir, en expresión un tanto llana, que cuando las cosas se ponen de leche hasta las moscas la dan. Y es que hay veces en que todo parece ponerse en contra de la faena: la acústica del local, la disposición un tanto “cubista” del escenario, los fallos técnicos del equipo (que hubo que cambiar por otro deprisa y corriendo)... incluso el cielo parecía haberse conjurado ayer mandando esa “calufa calimosa” capaz de resecar la garganta del mismísimo Caruso. Por no faltar no faltó ni la policía local, eso sí, muy correctos ellos, que todo hay que decirlo.

Pues bien, con mucho retraso sobre la hora prevista, saltaron al ruedo los cuatro Contratiempos enfundados en su guisa habitual, sobrellevando como podían tanto las tribulaciones del día como un hambre de mil demonios (que de cenar no hubo tiempo sino de meterse entre pecho y espalda una triste galleta a modo de fugaz refrigerio para los cuatro).

El Pub Añepa registraba una entrada notable, con un tendido bastante alborotado y variopinto de lidiar. Público genuinamente rockanrollero (tanto de aspecto, como de corazón y espíritu) codo con codo con parroquianos totalmente ajenos a los sones de Elvis y su caterva de engominados seguidores, entre los que se incluye la banda.

De lo mejor de la noche fue la colaboración de Héctor Quintero, a la sazón vocalista del grupo Wild Horses, quien, ante el pasmo de la concurrencia, se atrevió con una versión tan auténtica y genuina del clásico “Hello Mary Lou” que hubiera hecho palidecer de envidia al mismísimo Ricky Nelson y de la que, ciertamente, muchos llegaron a pensar si la tal Mary Lou era en realidad una prima inglesa lejana del propio Héctor, dada la convicción y familiaridad de su interpretación. Todo un lujo para el respetable.

Finalmente, y gracias el empuje del grupo de irreductibles rockanrolleros (que cual galos dirigidos por Manuel-Asterix, resisten heroicamente, y a base de poción mágica de cerveza, la invasión de la música comercial y enlatada) sumado al propio embrujo de las canciones del repertorio, Los Contratiempos entraron a matar con acierto en la recta final del concierto, granjeándose el respeto y el aplauso de la grada. El Presidente de la plaza, Pepe, tuvo a bien conceder al grupo las dos orejas, trofeos que se comieron enseguida del hambre que llevaban ya los pobres.